martes, 16 de febrero de 2010

Un cuento japonés con moraleja

"Había una vez un legendario emperador japonés que tenía como
afición visitar sus provincias y regiones. En una ciudad, en cuanto llegó,
vio una diana y una flecha clavada exactamente en el medio de la
diana. Un poco más lejos, durante su visita, vio otra diana con otra
flecha. Esta segunda flecha también estaba clavada en el centro exacto.
Y así varias veces. A la séptima diana con un tiro perfecto, el emperador
pidió conocer a tan extraordinario tirador.
-Oh, no! –le dijo un dignatario de la ciudad-, no vale la pena, es
un idiota.
-¿Un idiota? Pero ¿cómo puede ser que un idiota tire con una
puntería casi divina?
-Muy sencillo. Primero tira la flecha, y después dibuja la diana a
su alrededor.”

viernes, 12 de febrero de 2010

Fuera de lugar

Sigo sin saber qué demonios pintaba yo allí, en aquella fiesta a la que nunca fui invitada, y sigo sin comprender la estupidez y la torpeza de mis actos, mi propia incapacidad de haber evitado unos momentos que jamás debían de haber tenido lugar. Incapaz fui de evitar el desastre, y el tiempo, lejos de ayudarme a extraer el veneno de la mordedura, lo ha hecho penetrar profundamente, arraigándolo en mi corazón. Bien sé que de nada me sirve atormentarme...y que sueño vano es aquel que me hace desear retroceder en el tiempo. Aún así, no puedo evitar pensar y pensar, en lo que fue y nunca debió ser. Errar, errar, y volver a errar una vez más.