viernes, 1 de enero de 2010

"Perdona, no te había reconocido...¡he cambiado tanto!..."

"Las noches se sucedían unas otras, iguales todas, mientras esperaba la llegada del Desconocido que tanto anhelaba, aquel ser que finalmente se atrevería a rescatarle de la prisión de invisibles barrotes de la que se encontraba presa. En medio de una punzante desazón, se estaba dando cuenta de que aquello por lo que había vivido estaba perdiendo sentido, el cual llegaría inevitablemente a esfumarse por completo. Aún había más: Ella misma había cambiando hasta tal punto de no reconocerse al mirarse en el espejo de su celda imaginaria. Aunque seguía siendo ella, se notaba recubierta de heridas a medio curar y de cicatrices aún recientes; rodeada de dudas e interrogantes que le acosaban no importaba en qué momento. Hasta el momento, nunca se había sentido tan temerosa,con su vida tan pendiente de un hilo, como en aquellos instantes; y la vez tan decidida a cometer lo que en el pasado hubiese juzgado de temeridad, incluso de locura.
Y enmedio de ese furor irrefrenable de quien desea dejarse guiar al menos por una vez por sus instintos...llegó el desconocido a los pies de la prisión. Y ella no dudó: tendió la mano al desconocido, que con su llave, abrió la puerta de la celda. A partir de ahí, el resto fue historia. Corrieron, se fueron lejos. A cualquier otra parte".

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