miércoles, 29 de junio de 2011

Carretera&manta

No importa lo que te hayan contado sobre lo que otros consiguieron hacer antes que tú.
La carretera te sigue perteneciendo; sigue brillando el asfalto al sol de Julio, mientras va abrasando tu retina. Reina en ti una honda sensación de eso que llaman placer, deliciosa adrenalina moviéndose en tu interior, te hace temblar, oh, sí.

En el juego de los instintos, amigo, cuando quemas rueda hasta el frenesí, se multiplican las posibilidades de llegar primero a tu destino. Puede ser que lo encuentres en la próxima desviación a la derecha, o quizá en la siguiente bifurcación, bordeando la línea de costa.

No importa: de repente, al fin, un majestuoso espejismo se materializa ante ti. Altas torres de roca al desnudo, escarpadas agujas calizas, viento susurrante entre las copas de los árboles. Es tu sitio, al que siempre habías deseado llegar. Tan sólo algo menos impresionante de lo que creía tu imaginación, pero aún inabarcable para tu extasiada mirada.

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